Todas las adopciones son especiales y únicas. Ver a nuestros gatitos irse a un hogar, con una familia y saber que van a tener una vida llena de amor, que van a ser cuidados, atendidos y que van a dejar atrás el abandono, la calle, el frío y la jaula, es algo que nos llena el alma de felicidad.
Pero algunas adopciones se hacen esperar y a veces mucho más de lo que nos gustaría.
Así fue el caso de Luna, una gata preciosa que estuvo tres años en la Prote.
Luna es una gata adulta, de unos cinco años, con un carácter fuerte. Es una señora que sabe lo que quiere. Si ella quería mimos se acercaba y cuando no quería más ponía sus límites. Y si alguien se acercaba a mimarla y ella no tenía ganas, también lo hacía notar. No era una gata ronrroneante ni juguetona, no era una gata que se dejara tener a upa ni abrazar, ni mucho menos hacía esas monerías que llaman tanto la atención. ¿Por qué empecé a escribir en pasado? Ya les voy a contar... paciencia.
Entonces el sábado apareció Mariano, quien se había enamorado de ella perdidamente a través de las fotos publicadas en Facebook. El la vio y supo que ella era la compañera que él estaba buscando desde hacía tiempo. Y sin dar vueltas se decidió y fue a conocerla a la Protectora.
Pero más allá de lo que pueda surgir mirando fotos, la prueba mayor es en el momento en que el posible adoptante y el gatito en cuestión se conocen personalmente. Esa es la prueba de fuego.
Y la prueba de fuego no salió bien, salió genial. En el minuto uno en que se miraron hubo química y esa misma tarde, todavía en la Protectora, Luna se dejó alzar por Mariano, se entregó completamente a él como si lo hubiera estado esperando desde siempre. Y un ratito más tarde los dos se fueron juntos, felices y llenos de expectativas a la que ahora es la casa de ambos.
¿Por qué en un momento empecé a escribir en pasado?
Porque Mariano nos escribió un mail contándonos que Luna se la pasa correteando por la casa, que no está tan pachorra como en la Prote, que revisa cada uno de los lugares que encuentra y se sube a todas partes. Que lo sigue y lo busca para que le haga mimos. Que duerme todas las noches acurrucada en sus pies y que se deja hacer upa. Luna con el amor de su papá humano empezó a mostrar cosas de ella que antes no podía.
Una verdadera historia de amor, ¿no?
Estamos felices por Luna, por Mariano y porque su adopción nos recuerda que cada uno de nuestros gatitos, tanto los cachorros, los jóvenes como los adultos, tienen a su adoptante único y especial que también los está buscando a ellos.
Gracias a todos los que siempre nos ayudan a difundir, ustedes también son parte de esta alegría :D
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